miércoles, 28 de mayo de 2008

El campo protesta y la tierra trabaja

Por Alfredo Zaiat

Una pregunta sencilla, que requiere abandonar análisis rústicos, para tratar de entender lo que para la mayoría ya resulta incomprensible por la extensión del conflicto: ¿cómo puede mantener un grupo empresario el estado de lockout permanente sin quebrar durante casi tres meses, con piquetes de varios días en las rutas, suspensión de comercialización de cereales y hacienda, largas asambleas, jornadas de tractorazos y marchas a las plazas de los pueblos? Cualquier otra actividad económica si realizara una protesta tan contundente frenando su ritmo productivo sufriría pérdidas extraordinarias. Muchas empresas caerían y sus trabajadores quedarían en la calle. Por eso mismo, los patrones de industrias o de comercios no disponen, en general, un lockout, y si lo hicieron en un pasado turbulento fue por un par de días. Hasta los obreros y empleados presionarían para volver a retomar la actividad para preservar sus puestos. ¿Por qué, entonces, los dueños, arrendatarios y arrendadores de campos agropecuarios pueden hacer un lockout, protestas, marchas y no trabajar? ¿Por qué los peones rurales no se quejan?

La respuesta, que evitan los dirigentes de las entidades que representan a un sector del campo y que elude la mayoría abordar, es que la actividad del agro tiene la particularidad de que no se detiene por un lockout. No pierden mucho; más bien, casi nada. La soja sigue creciendo, no se detiene el ordeñe de las vacas y los cerdos siguen engordando. Y esa particularidad del campo no es sólo por la obviedad de que los peones no están parando ni que sus patrones no los dejarían parar. La especificidad del campo, que permite semejante protesta extendida en el tiempo, se encuentra en lo que los economistas clásicos estudiaron y que hoy sus seguidores modernos desconocen o ignoran: el factor tierra y, por lo tanto, la renta de la tierra, que no es como cualquier otro activo de la economía. Se trata de una cuestión compleja que se aleja del lugar común de los economistas mediáticos, pero que si no se estudia provoca confusiones generalizadas, como las que hoy existen.

La tierra tiene características propias que la hacen diferente a los otros factores de producción (trabajo y capital), a saber: no es producida por el trabajo humano, no es reproducible, es limitada en cantidad y es de calidad heterogénea. La renta agraria es una ganancia extraordinaria de la que se apropian los dueños de los campos, originada en ventajas naturales (fertilidad del suelo y clima). Argentina, por obra y gracia de la “pampa pródiga”, tiene una notable renta agraria diferencial a escala internacional. Por ese motivo la ganancia extraordinaria en la industria, atribuible a una ventaja tecnológica, no es una renta, y sí lo es la que surge de ventajas naturales. Ese avance industrial tarde o temprano puede ser copiado y sumar competidores para aprovechar ese nicho rentable. En cambio, la tierra fértil no se puede reproducir.

Como la renta de la tierra en Argentina, y en especial en la rica Pampa Húmeda, es una ganancia extraordinaria, y la tierra es un patrimonio social (por las ventajas naturales que son de toda la población), el Estado tiene la facultad de regular la forma en que dicha renta agraria a escala internacional se distribuye al interior de la sociedad. Varios son los instrumentos de política económica que puede utilizar para ese objetivo: impuestos sobre la renta potencial de la tierra, sobre las tierras no explotadas, implementar una reforma agraria, controlar el volumen y precios de las exportaciones. Y también disponer retenciones.

Fuente: Página 12 Leer más...

martes, 27 de mayo de 2008

La Patria Monopólica

Escuchá este informe de Luis Pablo Ginger y Hernán Cocci para Marca de Radio.

Cuando se habla de monopolio, por lo general, se está hablando de oligopolio: una pequeña cantidad de empresas que se reparten el mercado.

¿Quiénes son los dueños de la producción en la Argentina?
¿Qué hace el Estado para evitar la concentración económica?
¿Cómo afecta la concentración al consumo popular?



Fuente: http://www.marcaderadio.com.ar/ Leer más...

jueves, 22 de mayo de 2008

Más de 300 mil firmas contra el tren bala

En siete días en la Web




“Elitista, antinacional y antidemocrático” versus “Popular, ecológico y económico”. El tren bala tiene su contracara: un “tren para todos” que costaría 1.900 millones de dólares menos y llegaría a todas las zonas del país, con 900 coches de pasajeros y 18.000 kilómetros de vías. El proyecto tiene sitio web propio y ya circula en múltiples cadenas de mails.

Jorge y Angel Constesti, un ex empleado ferroviario y su hermano, son los creadores del sitio, que al mismo tiempo hace campaña a favor del tren para todos y en contra del tren bala que impulsar el Gobierno nacional. Allí proponen la recuperación de 11 mil kilómetros de vías y la reactivación del sistema ferroviario tradicional.

El objetivo de la página es lograr un millón de firmas para que se trate en el Congreso Nacional la anulación del proyecto. A los siete días de abrir el sitio ya consiguieron más de 300 mil adhesiones.

Las organizaciones que impulsan el “tren popular” son Proyecto Sur (cuyo referente es Pino Solanas), el MST y ATE Rosario, entre otras. La impronta solanista se muestra en la explicación del proyecto, que “nace en los pueblos, entre algunos ferroviarios, en discusiones de cafés, en el taller, en la bronca que da leer los diarios... pero por sobre todas las cosas, nace desde esa Argentina latente que sigue convencida de que se puede”.

El tren tiene un espíritu federal: se espera que llegue a Mar del Plata, Viedma, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Salta y Posadas, entre otras ciudades. Así -según el sitio que impulsa el proyecto- llegaría “a cientos de pueblos que volverían a conectarse con las grandes ciudades, bajando costos de transporte y reactivando las economías regionales”.

Antonio Reda, ex secretario de La Fraternidad, es uno de los promotores de la iniciativa porque “le va a dar trabajo a miles de maquinistas, mientras que el tren bala le va a dar trabajo a cuatro”. Reda, ex combatiente de Malvinas, fue ferroviario y presidente del sindicato en la seccional Tolosa, despedido después de la huelgas de 1991 y 1992.

En diálogo con Críticadigital, reveló que su ex sindicato no apoya el “tren para todos”, sino que está a favor de la iniciativa del tren bala. De hecho, Antonio Luna -secretario de Política Ferroviaria de La Fraternidad y subsecretario de Transporte Ferroviario de la Nación- estuvo en Casa Rosada cuando se anunciaron las obras del tren Retiro-Rosario-Córdoba.

Sin embargo, los impulsores del “tren para todos” está convencidos de que su propuesta es mejor y más conveniente que la anunciada por la Presidenta, con pasajes más baratos y velocidades superiores que el micro: se espera que funcione a un promedio de 120 kilómetros por hora. Menos que los 320 del tren bala, pero mejor para llegar a todos lados.
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martes, 20 de mayo de 2008

La ilusión y la realidad

Por Atilio Borón*

Días atrás, Mario Toer publicó una nota (Página/12, 6 de mayo de 2008) en la cual criticaba acerbamente mi negativa a considerar al gobierno de Kirchner, el anterior y el actual, como “reformista”. Toer me reprochaba por mi “voluntarismo”, que no tenía en cuenta la correlación de fuerzas existente que imponía límites aparentemente infranqueables a la voluntad transformadora del actual gobierno. También recordaba, con razón, mis juicios vitriólicos sobre los gobiernos de Lula y Tabaré Vázquez.
Enojado por mi intransigencia, Toer me enrola en las filas de una legión: la del “marxismo para radiólogos” (¿?) o las del “club electoral del cero coma (0,)”. Estas sectas se caracterizarían por su fanática adhesión a “dualidades simplistas” como “burgueses y proletarios” y “reforma o revolución”, arcaicas minucias que para Toer carecen de todo interés. Producto de mi enfermiza afición por estos simplismos sería la ceguera que me impide percibir los enormes y persistentes esfuerzos realizados por este gobierno y el anterior para “construir un proyecto nacional-popular”. Si éste aún no se ha concretado, no ha sido por falta de una férrea voluntad transformadora de las autoridades, sino porque, según mi crítico, “las mayorías no han bregado con ardor” para lograr ese objetivo. De un plumazo la resistencia social a las políticas instauradas por el menemismo y las luchas sociales que se desplegaron a lo ancho y a lo largo de la Argentina en estos últimos años reclamando mejores salarios, servicios públicos dignos y eficientes, la reconstrucción de la salud y educación públicas, controles efectivos sobre los oligopolios, protección ambiental, derechos humanos, salud reproductiva, transparencia administrativa e idoneidad en el manejo de la cosa pública fueron apenas una ilusión. La conclusión de este disparate –según el cual no fue el partido gobernante el que flaqueó en el empeño reformista que Toer y otros generosamente le atribuyen, sino que las culpables de esta frustración fueron las víctimas del neoliberalismo, que rehuyeron el combate requerido para promover las reformas– es que “lo que hay es bastante más de lo que veníamos mereciendo”.
Conclusión conservadora, si las hay, porque: ¿cómo es posible afirmar que las clases y capas populares no merecen más que las migajas que reciben de un país cuya economía lleva más de cinco años creciendo a tasas chinas?, ¿qué tendría que haber hecho este pueblo para “merecer más”? Se pueden decir muchas cosas de él, menos que no ha luchado con abnegación en pos de reivindicaciones que, en su conjunto, configuran una agenda claramente reformista que el Gobierno no quiso (¿o no pudo?) reconocer. Aun así, ¿por qué ese innegable impulso “desde abajo” no alcanzó para inclinar a la Casa Rosada a adoptar políticas reformistas?
No quiero aburrir al lector señalando, por enésima vez, todos los cambios que habrían mejorado la calidad de vida de los argentinos si hubiera existido ese fantasmagórico proyecto “nacional y popular” que vibra en la imaginación de tantos admiradores del Gobierno. Y que no se nos diga que esas reformas son inviables en la era de la mundialización: ¿cómo pudo Evo Morales recuperar para la nación el patrimonio hidrocarburífero y las telecomunicaciones de Bolivia o diseñar un esquema de pensión universal para toda la población de la tercera edad, o retirarse del Ciadi, el tramposo tribunal creado por el Banco Mundial para que las transnacionales pongan de rodillas a las naciones?; ¿cómo pudo Hugo Chávez liquidar el analfabetismo y garantizar la atención médica de toda la población, un lujo que una buena parte de los argentinos no se puede dar? Si Bolivia y Venezuela pudieron, ¿por qué no pudo la Argentina?
Flaco favor le hace al Gobierno aquel que cree ver en él esa voluntad de cambio y les achaca la frustración de ese proyecto a los pocos merecimientos del pueblo o, como dice Toer más adelante, a la “debilidad del campo popular”. La conclusión que extrae de este (erróneo) diagnóstico es que hay que proteger y fortalecer al Gobierno, “sin seguidismos, con imaginación, con pensamiento crítico, pero con generosidad y sin petulancia”.
Pero, precisamente, para no caer en las aparentemente irresistibles tentaciones del “seguidismo” sería importante que Toer se preguntara: ¿protegerlo y fortalecerlo para hacer qué? ¿Dónde están las señales concretas que anuncian la existencia de un proyecto reformista en la Casa Rosada? Aun sus voceros que presumen tener la vista de un lince han sido incapaces de balbucear siquiera los rudimentos de esa agenda de reformas: su máxima hazaña en este terreno fue denunciar que si CFK fracasa en sus empeños reformistas vendría la derecha. Argumento débil porque, en el terreno estricto de lo económico, la derecha ya vino, hace rato, y ni este gobierno ni el anterior dieron la menor muestra de incomodidad ante su llegada. ¿Cuáles fueron las decisiones adoptadas para desmontar la funesta herencia de los noventa? ¿Qué iniciativas se tomaron para recuperar el patrimonio nacional rematado a precio vil, para reconstruir el Estado y para sentar las bases de un modelo económico alternativo? ¿Qué se hizo para liquidar la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz o el régimen petrolero instaurado por el menemismo y bendecido por la Constitución de 1994, de la cual tanto el anterior presidente como su sucesora fueron sus redactores? ¿Qué se hizo para impedir y revertir la feroz extranjerización de la economía argentina, propia de una república bananera de comienzos del siglo veinte?
Calificar de burgués a un gobierno que pese a sus encendidos discursos continúa amparando y realimentando el modelo neoliberal constituye la estricta aplicación de un criterio científico de análisis social. Por eso decía Grüner con razón que no estamos ante una batalla entre dos “modelos de país”, porque el modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al del “campo”. Esto puede disgustarle a Toer, pero la realidad no se evapora porque sea molesta para algunos. Caracterizar al gobierno actual, en cambio, como la encarnación de un proyecto “nacional y popular” no es otra cosa que la proyección de un deseo largamente acariciado por el progresismo, una peligrosa confusión entre deseo y realidad. Esto puede tener un efecto terapéutico catártico, pero al precio de caer en una trampa en donde el fantasma de una derecha “que se puede venir” impide visualizar la derecha que ya está, y que no es amenazada por el Gobierno. Toer debería reflexionar sobre las razones por las que si el pueblo está desorganizado y desmovilizado el Gobierno no hace nada para organizarlo y movilizarlo. ¿O tal vez creerá que el renacimiento del PJ, bajo el liderazgo de Néstor Kirchner, podrá obrar ese milagro? Toer cree, en su autoengaño, que el pueblo no se organiza por el inmenso poder que concentra esa “pléyade de eternos candidatos a ‘directores técnicos’ que se la pasan diciendo lo que habría que hacer y nunca ganaron un partido con un club de barrio”. Personajes bien raros éstos, que malgastan el inmenso poder que Toer les atribuye para mantener desorganizado al campo popular en vez de acelerar su organización y así conquistar el poder. Pero, ¿qué decir del papel de la multitud de resignados “posibilistas” y oportunistas que optaron por convertirse en directores técnicos o asesores de sucesivos gobiernos que perpetuaron un modelo económico insanablemente injusto, opresivo y predatorio?








* Director PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales.

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lunes, 5 de mayo de 2008

Atilio Boron - Eduardo Gruner

"El gobierno es parte del problema"

Eduardo Aliverti

Los intelectuales progresistas y la izquierda se encuentran en un debate que tiene al gobierno de los Kirchner como protagonista principal. ¿Cómo caracterizarlo? ¿Existe una derecha organizada como peligro potencial? ¿Qué rol debe jugar la izquierda? Dos de los sociólogos más prestigiosos de nuestro país, Grüner y Boron, se animaron a debatir estos temas en Marca de Radio.

Fuente www.marcaderadio.com.ar

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Palabras de Evo Morales luego del referendum ilegal

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domingo, 4 de mayo de 2008

Evo Morales: “Esta consulta ilegal e inconstitucional ha fracasado rotundamente”

“Quiero expresar que este día, esta consulta sobre el estatuto autonómico ha fracasado rotundamente, esta consulta ilegal e inconstitucional no tuvo éxito como esperaban algunas familias, algunos grupos del departamento de Santa Cruz”, sostuvo este domingo el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma.
En rueda de prensa desde el Palacio de Gobierno, el presidente Morales manifestó que la consulta ilegal separatista convocada por la oligarquía boliviana cruceña “fracasó rotundamente”.

“Hoy, como algunos decían iba a ser una fiesta, hoy sólo ha habido violencia, un enfrentamiento entre las familias que viven en el departamento de Santa Cruz”, indicó Morales.

Morales informó que durante todo el día 'sólo se han reseñado las denuncias de ustedes los periodistas y todo lo que hemos escuchado en los medios de comunicación sobre tantas irregularidades, denuncias de fraude”.

El Jefe de Estado boliviano se refirió a los resultados emitidos por los medios de comunicación privados, y dijo que “es preocupante, con seguridad, para quienes apostaron ilegalmente para una consulta”.

Explicó Morales que “entre la abstención de un 39%, entre el rechazo, el no y los votos nulos, hacen un 50%”, cifras suministradas sólo por los medios de comunicación privados que han demostrado su parcialidad sobre esta consulta ilegal.

“Son datos de los medios de comunicación que muchos de ellos comparten con esta consulta de carácter ilegal e inconstitucional”, apuntó el mandatario de Bolivia.

Morales felicitó también al pueblo de Bolivia 'por demostrar el sentimiento por nuestra querida patria, todos los pueblos, las fuerzas sociales, son tan sabios para defender la unidad, la legalidad, la constitucionalidad y sobre todo la lucha por la igualdad de todos los bolivianos”, dijo.

El presidente Morales saludó también y expresó su “gran respeto y admiración al pueblo cruceño por esta resistencia contra un estatuto autonómico separatista y divisionista”.

“Saludos a esos movimientos sociales, del campo a la ciudad, por resistir con mucha naturalidad en defensa de los intereses de la mayoría de este departamento. Esta forma de cómo organizarse y movilizarse por nuestros pueblos, por nuestra patria, es impresionante”, comentó.

El mandatario boliviano deploró las “actitudes ilegales e inconstitucionales que han implementado algunos grupos desde el departamento de Santa Cruz” durante este domingo, y que pretendían desintegrar la República de Bolivia con la implementación de una consulta ilegal separatista promovida por los terratenientes que representan la oligarquía cruceña boliviana.

Fuente Agencia Bolivariana de Noticias Leer más...

viernes, 2 de mayo de 2008

Una prueba de fuego

Por Fidel Castro

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Mientras nuestro pueblo el 1ro de Mayo, Día de los Trabajadores, disfruta con júbilo el año en que se cumplirá medio siglo del triunfo de la Revolución y el setenta aniversario de la creación de la CTC, a la hermana República de Bolivia, consagrada a preservar la salud, educar y garantizar la seguridad de su pueblo, le faltan días, o tal vez horas, para sufrir acontecimientos dramáticos.

Cuando de todas partes del mundo llegan noticias escalofriantes sobre la escasez y costo de los alimentos, precio de la energía, cambios climáticos e inflación, problemas que por primera vez se presentan al unísono como cuestiones vitales, el imperialismo se empeña en desintegrar a Bolivia y someterla a trabajo enajenante y hambre.

En ese país, con los oligarcas de Santa Cruz a la vanguardia, cuatro de sus departamentos de los más fuertes económicamente, aspiran a declarase independientes y han proyectado, con el apoyo del imperio, su programa de consultas populares, en las que los medios masivos han preparado el terreno y la opinión de los votantes con todo tipo de ilusiones y engaños.

Las Fuerzas Armadas, en virtud de sus funciones históricas en un país agredido y despojado del mar y otros recursos vitales, no desean la desintegración de Bolivia; pero el plan yanqui, pérfidamente concebido, es utilizar algunos sectores militares antipatriotas para librarse de Evo en aras de la unidad, algo que al apropiarse las transnacionales de las ramas productivas básicas, sería meramente formal. La consigna del imperialismo es castigar y deshacerse de Evo.

Es el momento de la denuncia y la verdad.

Por no prever y meditar sobre los factores que conducían a una profunda crisis internacional, ¡sálvese quien pueda! parece ser el grito que se escucha en muchas partes del mundo.

Para los pueblos y gobiernos de América Latina será una prueba de fuego. Para nuestros médicos y educadores, cualquier cosa que ocurra en el país donde desempeñan su noble y pacífico trabajo, también lo será. Ellos, ante situaciones de peligro, no abandonarán a sus pacientes y alumnos.

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